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Cómo desintoxicarse de las redes sociales sin perder el contacto con el mundo

Cómo desintoxicarse de las redes sociales sin perder el contacto con el mundo

Los que entienden de esto relacionan el uso excesivo de las redes sociales con eventos tan desagradables como por ejemplo la depresión y la ansiedad.También afirman que, en algunos casos, puede producir problemas de autoestima y trastornos del sueño.

Otros, opinan que nos mantienen pegados al teléfono móvil casi todo el día, comparando nuestras vidas con las de otras personas.

Nosotros pensamos que tal demonización de las redes sociales es algo excesiva.

Habrá personas que utilizan estas plataformas, pero al mismo tiempo, también aprecian su espacio y su tiempo, y no tratan de llenar su vida con exceso de estimulaciones.

No se trata de criticar esas herramientas, sino la forma en que muchas veces las empleamos.

Es posible, que, en algunos casos, un empleo obsesivo, abusivo e indiscriminado puede tener un impacto negativo en nuestra salud mental.

Algunas personas eligen lo que publican, para que otros crean que tienen una vida casi perfecta, lo que puede fomentar comparaciones malsanas con los demás.

¿Mi vida es tan miserable, patética, aburrida y vulgar?

Por supuesto que no: generalmente, nadie va a dedicarse a explicar sus problemas, debilidades y miserias en las redes sociales.

Muchas veces lo que vemos en estos sitios no es más que una versión editada de la realidad.

Una foto publicada en Facebook de una familia, aparentemente más feliz que una perdiz, no significa necesariamente que los adultos tengan una buena relación, o que los niños no sufran de problemas de adaptación en la escuela.

Estamos tan acostumbrados a disfrazarnos para los demás, que algunas veces no disfrazamos para nosotros mismos.

Hoy en día no es raro ver a alguien presumiendo en Instagram de unas vacaciones de puta madre en algún lugar exótico, que les ha costado una morterada de pasta.

Puede ser posible, ya que si duda, hay personas que se lo pueden permitir.

Pero en algunos casos la triste realidad es que se trata de imágenes manipuladas con Photoshop, o últimamente, mediante inteligencia artificial.

Incluso existen sitios web que facilitan estas cosas sin necesidad de ser un experto en diseño gráfico: por 100 € puedes «viajar» a China.

Por si alguien hace preguntas incómodas, por el mismo precio proporcionan información relevante sobre el «punto de destino».

Lo usuarios de estos sitios, solo tendrán que preocuparse de hacer acopio de comida suficiente para no tener que salir de casa.

No vaya a ser que alguien los vea en el súper cuando se supone que se encuentran a miles de kilómetros.

Falsas vacaciones en redes sociales

Llámalo presión social, fantasmada, onanismo virtual, autoengaño, o como quieras, pero no deja de ser patético y melodramático.

Si este año no hay presupuesto: ¿Qué tiene de malo quedarse en casa y aprovechar para relajarse, o hacer desplazamientos cortos?

Muchas veces todo lo que vemos en las redes sociales sobre la vida de otras personas, es lo que estas quieren que veamos.

Cuando uno consume drogas legales o ilegales, el cerebro produce dopamina, un químico asociado al placer.

Y las plataformas están diseñadas para ser adictivas, por lo tanto, recibir un like hace que el cerebro la genere.

Lo más curioso de todo es que incluso si nadie nos hace, ni puñetero caso, o no valora nuestras publicaciones con un «me gusta» (o lo que sea) insistimos una y otra vez.

Es algo parecido a las máquinas tragaperras.

La mayoría de jugadores acostumbran a perder dinero, y saben que casi nunca obtendrán el premio gordo, pero continúan jugando con la esperanza de una futura recompensa.

En el caso de las redes sociales, ese premio gordo podría ser la aprobación de una foto o un comentario por parte del resto de usuarios.

Pero la cantidad de «me gusta» o de comentarios positivos, no define quienes somos realmente, y francamente, vivir todo el día pendiente de estas vainas no tiene sentido, ya que no significa nada.

Muchas personas agregan «amigos» a destajo en sus redes como si coleccionasen cromos, priorizando la cantidad a la calidad.

Por lo tanto, lo verdaderamente importante es la interacción con las personas de nuestro entorno en la vida real.

¿Quién no ha desenfundado su teléfono móvil para aliviar el aburrimiento mandando mensajes de WhatsApp a diestro y siniestro?

«Aquel de nosotros que esté libre de pecado, que tire la primera piedra».

¿Dónde ha quedado la extraña costumbre de intentar rellenar un crucigrama o hacer algo tan exótico como leer un libro?

El hecho de tener el número de móvil de una persona no nos da derecho a mandarle mensajes porque estamos aburridos.

Puede que responda por obligación o cortesía, pero: ¿Y si en este momento la estamos molestando?

Por no hablar de todos esos grupos de WhatsApp que pululan por el medio silvestre.

Alguno crean entre sus miembros la obligación de participar cada vez que reciben un mensaje, bajo pena de que se les juzgue en rebeldía y se les aplique la pena de muerte digital.

Grupos de WhatsApp tóxicos

Nadie quiere ser el único que no felicita a alguien del grupo que le cae como el puto culo, o que no escribe cualquier cosa cuando no sabe, o no tiene nada que decir.

Incluso demasiados grupos de WhatsApp implementados para la comunicación entre empleados de una misma empresa, acaban convirtiéndose en pozos negros de rumores y estupideces.

En cualquier caso, el hecho de no contestar a un WhatsApp de forma inmediata, no significa ser una especie de sociópata que no quiere hablar con nadie.

Nada más lejos de la realidad: posiblemente algunos prefieren mantener una conversación cara a cara tomando un café, o no les interesa interactuar en este momento.

Si estás enganchado a las redes sociales ya es hora de ponerle freno.

Antes de comenzar la desintoxicación, es útil saber cuánto tiempo pasamos (algunos dirían que desperdiciamos) en estas plataformas.

Portales como Instagram, TikTok y YouTube muestran estadísticas bastante detalladas sobre nuestra actividad, desglosando la cantidad de horas en términos fáciles de entender.

Esta información puede ser bastante útil, y normalmente se encuentra en la sección «Configuración» de la aplicación.

Recordatorios dentro de Instagram

Dentro del apartado de "tiempo invertido", también encontraremos herramientas que nos permitirán imponer límites diarios.

Una vez que excedamos una cuota de tiempo razonable, la aplicación nos alertará y recordará que ya es hora de regresar a la vida real.

Algunos teléfonos móviles con Android e iOS ofrecen herramientas similares que cubren no solo las redes sociales, si no también todas las aplicaciones del dispositivo.

En cualquier caso:

¿Realmente necesitamos mostrar nuestros outfits, nuestra supuesta vida ejemplar, o incluso lo que hemos desayunado?

¿Hemos olvidado el placer de ir por libre y navegar por Internet sin tener que pasar por las recomendaciones que nos hacen estos seres llamados influencers, o los distintos algoritmos?

Si te encuentras absorbido por el vórtice de las redes sociales, puede que al principio te sientas un poco ansioso, y quizá se te vaya la mano al móvil cada cinco minutos para comprobar si tienes una notificación.

Pero una vez superado el delirium tremens​​, dicen los psicólogos que todo son ventajas.

Te sentirás menos estresado.

No te sentirás obligado a prestar atención las 24 horas del día, los 7 días de la semana, a lo que está sucediendo en tus redes sociales.

Tampoco a actualizar tu estado en tiempo real.

Te sentirás más seguro de ti mismo.

La obsesión por ser aprobado en las redes sociales puede hacerte entrar en un círculo vicioso en el cual la nula autoestima, el miedo al rechazo y la inseguridad, son los principales ingredientes.

Igual que pasa en la vida real, es imposible caerle bien a todo el mundo, por lo tanto, no hay que hacer ningún esfuerzo especial en este sentido.

Dormirás más.

Revisar una notificación de Instagram antes de acostarte puede llevarte a seguir navegando hasta las tantas de la madrugada.

Lo mismo puede aplicarse a otras redes sociales.

Fortalecerás la verdadera amistad.

Las relaciones interpersonales son generalmente mucho más sinceras que las que se llevan a cabo únicamente en línea.

No tiene sentido tener más de mil «amigos» en Facebook y ninguno en la vida real.

Mejorarán tus habilidades para la toma de decisiones.

Muchas personas están influenciadas por lo que leen en las redes sociales, y las utilizan como referente o su transmisor fundamental de información.

Si pasas del tema, aprenderás a pensar más y a tomar decisiones de forma informada e independiente.

También aumentará tu tolerancia al error, al miedo, a la frustración y a la incertidumbre.

Evitarás malos entendidos.

Es más fácil criticar o vilipendiar a alguien, cuando nos escondemos detrás de la pantalla de un móvil que hacerlo cuando estamos en presencia de esta persona.

En este sentido, una discusión, mediante cualquier aplicación de mensajería, se puede ir «calentando» y a llegar degenerar en toda una serie de reproches, insultos e improperios.

Después de que haya pasado el calentón, puede darse el caso de que nos arrepintamos de casi todo lo que hemos tecleado.

Si tienes una discrepancia personal con alguien, hablar cara a cara, con respeto y educación, te servirá para dejar de publicar indirectas o mensajes ocultos y solucionar tus problemas en la vida real.

Desarrollarás más inteligencia emocional.

Levantar la cabeza de la pantalla y mantener una conversación cara a cara, puede aumentar la calidad de tus relaciones.

Entre otras cosas, mejorarás tu empatía, entenderás cómo se sienten los demás y aprenderás a comunicarte correctamente.

Estarás mejor informado.

La naturaleza viral de la distribución de contenido permite que se difunda rápidamente información poco fiable o falsa.

Esta información acostumbra a publicarse de forma multitudinaria en Internet, va pasando de unos a otros, llegando a convertirse en un verdadero mantra.

Se da por verdadera sin que nadie se moleste en contrastarla.

Conclusión

Las redes sociales no son un enemigo a batir, pero su uso debe tener ciertos límites.

En última instancia, si son buenas o malas para la salud mental y el bienestar de una persona, dependerá de la forma en que se utilizan.

La clave para poder disfrutar de sus beneficios y evitar posibles problemas, es emplear estas poderosas herramientas de manera inteligente, sensata, constructiva y sobre todo con moderación.

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