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Las noticias falsas viajan más rápido en línea

Las noticias falsas viajan más rápido en línea

Durante mucho tiempo nos han dicho que no creamos todo lo que leemos, pero pronto también tendremos que cuestionar todo lo que vemos y escuchamos. Es un problema que no va a desaparecer, y en todo caso, probablemente empeorará en los próximos años.

Tradicionalmente, leemos noticias de fuentes confiables, sobre todo periodísticas, que en su inmensa mayoría se rigen por principios de profesionalidad y ética.

Y debemos hacerlo con cautela.

La desinformación se ha convertido en parte de nuestro léxico contemporáneo.

Mientras nos desplazamos por foros, sistemas de comentarios, o por diversas redes sociales, somos bombardeados constantemente con publicaciones dudosas que se hacen pasar por hechos.

Ya sea una publicación sobre el infame COVID-19, un político, una celebridad, negocios, ciertos productos, o incluso el conflicto en Ucrania, ningún tema es sagrado cuando se trata de engañar al público.

Muchas personas que publican estos contenidos, no acostumbran a ser profesionales de la información, y pueden ser bastante tóxicos.

Elaboran la patraña con maestría, apoyándose incluso en fotografías sacadas de contexto y otros formatos, para darle más credibilidad a la falacia.

En las redes sociales, los foros y los sistemas de comentarios de la prensa digital pululan bots, es decir, cuentas automatizadas.

También los inevitables trols.

Su objetivo, aparte de insultar, difamar y desollar a todo bicho viviente, es bloquear los debates, desviar las conversaciones, difundir todo tipo de bulos y socavar la credibilidad de las noticias tergiversándolas.

Trol de intentet

Pero las mentiras que convencen a las masas, no son un invento moderno ni llegaron con internet y las redes sociales.

Un ejemplo es el caso del Santo Niño de La Guardia ocurrido en Toledo en 1490.

Varios judíos y conversos fueron acusados de asesinar a un niño que nunca existió (a pesar de que han pasado 530 años, sigue siendo venerado en la actualidad) y fue uno de los muchos pretextos para la expulsión de los judíos en 1492.

De hecho, la conversión forzosa o el abandono de la patria fue decretada cuatro meses después.

Hoy en día, tener acceso a todo tipo de información es tan fácil como abrir un navegador web, y muchas cosas que vemos y leemos, pueden parecer ciertas, pero a menudo no lo son.

Muchas noticias falsas se hacen virales y se expanden de forma incontrolada, hasta el punto que algunas llegan a superar en cifras de visualización a los mejores reportajes del National Geographic.

Publicadas con diversas finalidades, son un tipo de ingeniería social que pueden perjudicar la imagen y la reputación de personas y organizaciones.

Impulsan una agenda política mediante información de naturaleza sesgada o engañosa.

Intentan que los usuarios de Internet vean solo noticias e ideas con las que estén de acuerdo, aprovechando los algoritmos de personalización de los resultados de los motores de búsqueda y los perfiles de las redes sociales.

Aprovechan que nos atrae la información que se alinea con nuestra visión del mundo y nos aferramos a estas creencias, incluso ante la evidencia de que son falsas.

Publican información falsa o sesgada que pretende inducir a error, especialmente propaganda emitida por una organización gubernamental contra una potencia rival o los medios de comunicación.

Añaden titulares diseñados para hacer que los lectores hagan clic en un hipervínculo, especialmente cuando el enlace conduce a contenido publicitario y de dudoso interés (clickbait).

Promueven espacios de comunicación donde todos están de acuerdo con la información publicada, y no se permite la entrada de nadie con un mínimo de espíritu crítico.

Presentan, como hechos, cosas que no pueden verificarse y que son prácticamente imposibles de contrastar en otro lugar.

Difunden teorías de la conspiración donde se afirma que un evento es el resultado de una trama perpetrada por un grupo u organización encubierta o secreta.

Publican noticias que presentan un solo punto de vista sobre un problema.

Utilizan el sensacionalismo, el populismo y el lenguaje extremo para provocar emociones, o fomentar el discurso del odio.

Hacen creer que los grandes medios de comunicación ocultaron la noticia por razones inconfesables.

Verifica antes de compartir

Las noticias falsas se propagan rápidamente, por lo tanto, hemos de ser parte de la solución y comprobar la fuente antes de difundirlas, para no convertirnos en parte del problema.

Una opinión no tiene por qué ser necesariamente una mentira, pero tampoco un hecho contrastado.

Google no es un oráculo donde buscar respuestas a todo, por ello existe una herramienta llamada Google Fact Check Explorer, un sitio creado por la propia compañía para ayudar a los usuarios a verificar la información cuando sospechen de que podría se falsa.

Comprueba la fuente

Hay que mirar con lupa el origen de la noticia, ya sea procedente de un sitio web, un autor individual o una organización.

En otras palabras: ser escépticos y cuestionarlo todo.

  • ¿Quién publica el texto?
  • ¿Ese «experto» en política exterior es realmente un experto?
  • ¿Qué conocimientos tiene esta persona para escribir sobre este tema?
  • ¿A quién va dirigido?
  • ¿Es demasiado bueno (o demasiado morboso) para ser verdad?
  • ¿La historia es actual o reciclada?
  • ¿El autor enumeró sus fuentes y están debidamente contrastadas?
  • ¿Está implicado de alguna manera el autor con la información?
  • ¿Se pueden realizar búsquedas inversas de fuentes e imágenes?
  • ¿Cómo se financia esta publicación o página web?

Busca en varios sitios de noticias alternativos para ver si han informado del mismo tema y cómo lo han hecho.

Si el contenido no incluye fuentes verificables, esto podría indicar que la información no es confiable.

Sin embargo, algunas fuentes pueden ampararse en el anonimato.

Y en este sentido, los reporteros y medios de comunicación deben explicar las pautas que usan para verificar que la información sea legítima.

Controla tus emociones

Los titulares de noticias falsas, artículos y memes juegan con tus emociones para que empatices con el contenido y lo difundas entre tus amigos y contactos.

Antes de hacer clic en «compartir» en un meme, asegúrate de comprender perfectamente tanto el mensaje como el contexto que puede estar detrás de su creación.

Si estás teniendo una fuerte respuesta emocional, es una señal para detenerte, respirar y comprobar los hechos.

Esto no quiere decir que todo el contenido que provoca una respuesta emocional sea información errónea; pero hay que andar con cuidado.

La gente está más dispuesta a difundir noticias si creen que estas apoyan sus ideas, o atacan a personas u organizaciones que no son de su agrado o tendencia política.

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