Básicamente, la estafa empieza así. Los perpetradores atraen a los solicitantes de empleo a través de las redes sociales o aplicaciones de mensajería como WhatsApp o Telegram con ofertas de trabajo que prometen alta flexibilidad y un buen salario.
Pero los que caen en el timo, no consiguen un trabajo cojonudo. Acaban siendo estafados, o colaborando en una red de fraude.
Modus operandi
- El cebo: Los solicitantes son atraídos con ofertas que no pueden rechazar a través de mensajería, correo o redes sociales.
- Proceso de solicitud rápido: Un corto chat reemplaza una entrevista regular. El supuesto ejecutivo no parece hacer preguntas demasiado relevantes para el trabajo.
- Trampa de identificación: Para una supuesta “verificación de identidad”, los solicitantes deben proporcionar sus datos, sobre todo el de la cuenta bancaria (supuestamente para poder cobrar).
- El truco: Con los datos obtenidos, los villanos abren una cuenta bancaría a nombre de la víctima, o utilizan la que les ha facilitado.
- El resultado: La cuenta se utiliza para el lavado de dinero, el fraude u otras actividades delictivas. Las víctimas pagan repentinamente por bienes o servicios que nunca han pedido o contratado.
Las personas estafadas solo se enterarán más tarde, cuando les lleguen facturas de cosas que no han comprado, o cuotas de préstamos que no solicitaron.
En el peor de los casos, también puede ocurrir que la policía se persone en su domicilio. Después les tocará demostrar ante el juez que son víctimas y no perpetradores.
Cómo protegerte
En líneas generales, nunca hay que aceptar una oferta de este tipo.
Pero si queremos practicar deportes de riesgo hay que hacer capturas de pantalla del anuncio de trabajo, solicitar los documentos contractuales pertinentes y hacer copias de los mismos.
También guardar cada número de teléfono, cada dirección de correo electrónico, y cada mensaje de chat.
Si el proceso de contratación parece inusualmente acelerado, reduce la velocidad y haz preguntas sobre la empresa.
Un empleador genuino te facilitará toda la información posible (nombre de la compañía, dirección, teléfono de contacto, etc.) para que puedas tomar una decisión informada sobre tu nuevo trabajo.
La falta de dicha información o la dificultad para verificarla debe levantar sospechas.
Solo te pedirán datos personales después de una oferta formal, nunca por adelantado
En cualquier caso, la desconfianza es más saludable que la credulidad.
Si te ofrecen un trabajo de puta madre a través de un mensaje de WhatsApp, o Telegram, es mejor que lo borres y optes por los métodos tradicionales como la oficina de empleo, o el reparto de curriculums.
En el peor de los casos, lo único que puedes perder es la paciencia.