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Si somos sinceros, hemos de admitir que en algún momento de nuestra vida, nos hemos metido en el mundo de los juegos piratas. La idea de obtener todo tipo de software de pago de forma gratuita es algo sumamente atractivo; sin embargo, a veces desconocemos los riesgos asociados a ello.
Igual que ocurre con las películas, la series, la música y otros contenidos digitales, existe un mercado «alternativo» donde cualquiera con una conexión a Internet puede descargar lo que haga falta, sin pagar ni un euro.
Son los sitios que facilitan estas descargas, los que ganan algo de dinero a base de insertar publicidad.
La mayoría de veces, antes de poder acceder al enlace de descarga, tenemos que pulsar en numerosos banners, o hacer un verdadero safari saltando de página en página, rellenando pesadas y absurdas reCAPTCHAS.
Básicamente, los juegos pirateados son aquellos cuyo código ha sido «descifrado» para eludir la gestión de derechos digitales (DRM), una tecnología diseñada para defender el contenido protegido por derechos de autor.
Esto permite que los usuarios accedan a los títulos y los disfruten libremente sin pagar a sus desarrolladores o distribuidores.
Aparte de que es éticamente cuestionable, ya que todos queremos cobrar por nuestro trabajo, descargar y ejecutar una copia pirata de un juego puede exponernos a múltiples eventos adversos.
Por supuesto, no todas las descargas de juegos piratas contienen malware, pero ejecutarlas en un dispositivo es como jugar a la ruleta rusa.
Muchos juegos necesitan que el usuario desactive por completo su software de seguridad, lo que es una pésima idea.
También acostumbran a solicitar permisos absurdos o excesivos para poder ejecutarse, tanto en ordenadores como en dispositivos móviles.
Otros establecen una conexión de red para comunicarse con no se sabe quien, aunque normalmente quien está «escuchando» al otro lado acostumbra a ser su perpetrador.
Cuando descargas algo de una fuente confiable, puedes estar razonablemente seguro de que el archivo no contiene código malicioso.
Los villanos pueden aprovechar la circunstancia de que un juego se ha convertido en popular para infectarlo con código malicioso y compartirlo o distribuirlo en redes sociales, foros, páginas web o sitios de torrents.
Estos son algunos de los regalos que acostumbran a venir con los juegos piratas:
El riesgo es real. En junio de 2021, millones de ordenadores se vieron comprometidos por un infame troyano, que robó, entre otras cosas, más de un millón de direcciones de correo electrónico y 26 millones de credenciales de inicio de sesión.
Aunque no es tan peligroso como los troyanos, keyloggers etc., puede llegar a ser una molestia bastante insidiosa para los usuarios de PC o de dispositivos móviles.
Inundarán el dispositivo de la víctima con ventanas emergentes, videos absurdos, y otro tipo de publicidad, tanto dinámica como estática, lo que dificultará en gran medida el uso normal del móvil o el ordenador.
Afortunadamente, es bastante fácil de erradicar.
Los juegos pirateados pueden parecer una excelente manera de acceder a los títulos más recientes de forma gratuita.
Pueden estar incompletos, tener errores en el código o fallos que perjudiquen gravemente su rendimiento.
Si sus desarrolladores llevan a cabo actualizaciones en el software, o descubren que se trata de una copia pirata, el juego puede quedar obsoleto, o dejar de funcionar al cabo de un tiempo.
Por ejemplo, Steam no puede detectar juegos piratas porque no tiene ni el permiso ni la capacidad de escanear los archivos fuera de la propia plataforma, ya que lo contrario supondría una flagrante violación de la privacidad.
Pero si los usuarios intentan agregar software pirateado a su biblioteca, puede que se les niegue el acceso a todos los servicios habituales.
También existe la posibilidad de que el desarrollador legítimo pueda rastrear el software pirateado hasta llegar a dispositivos específicos y poner en la lista negra las cuentas vinculadas a los juegos.
Este es un riesgo a tener muy en cuenta en las plataformas como Xbox, donde los proveedores han sido extremadamente proactivos en este sentido.
La conclusión es bastante obvia: evitar siempre los juegos piratas y comprarlos en tiendas oficiales o canales de confianza garantiza que no contendrán códigos exóticos.
Si no hay pasta y no queda otra que practicar deportes de riesgo, lo mejor es tener siempre a mano un buen software antimalware de un proveedor de confianza, y no desactivarlo nunca.
Pero la verdad es que los usuarios están acostumbrados a que su software de seguridad reaccione cuando intentan descomprimir un archivo que contiene un crack, o un generador de claves.
La mayoría lo ignoran, o incluso lo deshabilitan para que deje de dar por saco, y puedan instalar el archivo en paz.
En cualquier caso, si descargamos juegos piratas desde un sitio con muchos moderadores, la probabilidad de contraer una infección es menor que si lo hacemos desde una página que ha aparecido de la nada.